sábado, 16 de mayo de 2020



En la Estepa se narra una historia que podemos relacionar con el cuento que hemos analizado anteriormente: conservas. Pues, en la estepa, se trata de una pareja que están desesperados por poder tener un hijo y han probado todos los remedios habidos y por haber pero nada les ha sido eficaz para conseguirlo. Y como hemos dicho anteriormente, aunque de una forma contraria, este cuento guarda relación con Conserva, ya que ambos tratan el tema de la maternidad, independientemente de que lo hagan de una forma muy diferente, pues uno va hacía delante y otro hacía detrás, es decir, la pareja de Conservas no quiere tener a ese hijo y en este caso, en la estepa, lo único que quieren y desean la pareja es que Ana, la narradora femenina del cuento, se quede embarazada.

La vida cotidiana de esta pareja está formada por la monotonía y repetición a causa de la obsesión por tener un hijo. El espacio de este cuento es concretamente la Estepa, la cual se encuentra alejada de los pueblos, territorio perteneciente a Argentina (tierra natal de nuestra autora). La estepa es caracterizada por su aridez del suelo, además de sus arbustos secos y el frío del desierto.

Este espacio, que como hemos dicho anteriormente, se trata de un espacio rutinario, no se sale de la organización, es decir, de sus horarios, las prácticas, las compras, todas esas cosas que los personajes y protagonistas tienen como objetivo durante su día a día para así lograr lo que tanto desean. El único ambiente con el que estos se relacionan con el exterior y salen de lo apuntando, es cuando Pol viaja al pueblo para entregar su propagación científica sobre insectos y para comprar alimentos.

Podemos ver como el paisaje, que lo podemos situar en la misma estepa, la casa de la pareja, las rocas, las flores, la falta de humedad en el suelo, todo eso que conforma a la estepa, pasa a ser el protagonista de esta historia, es el paisaje, lo que envuelve a esta historia y el que le da significado.

Oscurece tarde en la estepa, lo que no nos deja demasiado tiempo. Hay que tener todo preparado: las linternas, las redes. Pol limpia las cosas mientras espera a que se haga la hora. Eso de sacarles el polvo para ensuciarlas un segundo después le da cierta ritualidad al asunto, como si antes de empezar uno ya estuviera pensando en la forma de hacerlo cada vez mejor, revisando atentamente los últimos días para encontrar cualquier detalle que pueda corregirse, que nos lleve a ellos, o al menos a uno: el nuestro. (Schweblin 2012:170).

En algunos momentos del cuento empezamos a pensar (o por lo menos a mí personalmente me ha pasado) que no se trata de tener un hijo, es decir, una vida humana, sino empezamos a pensar más en una vida animal, pues parece que estos salen de casería en vez de a poner a prueba su fertilidad, además citaremos algunos de los fragmentos en los que empezamos a tener confusión con lo que está pareja tramar, o quizás es una "trampa" de la misma autora, para que cada lector lo interprete a su manera.

La indistinción de “aquello” que hay que atrapar entre los arbustos de la estepa y antes del amanecer opera en diferentes niveles: en el de una superficie corporal que oscila entre lo humano, lo animal, lo no humano, que alcanza por momentos a Pol, el cazador que “se convierte en una especie de animal de caza” (Schweblin 2012: 171); en el de la dimensión que fusiona lo real con lo onírico como cuando Ana, agotada, cabecea y sueña con cosas que le parecen fértiles; en el de la inscripción territorial: los de la estepa son “iguales a los de la ciudad, sólo que quizá más rústicos, más salvajes” (Schweblin 2012: 171).

Por otro lado, aparece un segundo espacio o paisaje en el cuento, se trata de la pareja que conoce Pol al visitar el pueblo (única salida fuera de la rutina), estos son Arnol y Noel, una pareja que desde el primer momento encontramos extraña. El ambiente que se nos da en esta segunda parte es la cada de estos muchachos, la cual parece una vieja hostería de montaña. La visita a casa de Arnol y Noel tiene un fin, y es que los protagonistas se informen de como estos han podido tener a esa "criatura" así la llaman, como si se tratara de un animal de la naturaleza, en vez de un bebé, y es aquí otra confusión o trampa que nos pone nuestra autora, pues cada vez pensamos menos sí se trata de un bebé humano. Además, seguidamente tenemos otra convsersación sobre la vida de la casería, refiriéndose a cómo es eso de tener un bebe, pues un rasgo de la naturaleza de las madres es el sentimiento anticipado de desesperación por cómo será, que hará, cómo dormirá, entre otras preguntas.

Finalmente, los lectores nos enfrentamos a la develación de ese misterio, de ese bebé que Arnol y Noel dicen tener pero tanto escoden. Es entonces cuando Pol dice ir al baño para entrar a escondidas a la habitación de la "criatura", y lo que pretendíamos que fuese una develación visual se convierte en auditiva, afectada por caídas, ruidos de balas, gritos, muebles corridos, etc.

El final de este cuento es totalmente desconcierto, después de lo sucedió Pol y Ana huyen bajo desesperación de esa casa, y cogen la ruta que los lleva a la estepa, una escena final de escape.

El espacio interviene en los procesos de inscripción y sujeción de los cuerpos, entendidos como instanciación del ser viviente (Giorgi y Rodríguez, 2009:10); y así los reconoce como sujetos de derecho o los proscribe al dominio de lo desechable. O, como en este caso y en su versión espacial rural e infecunda, al de la clandestinidad y ausencia de reconocimiento nominal y político respecto de esos otros que están, justamente, en un límite siempre inestable con la vida humana.

La estepa es uno de esos cuentos donde el paisaje se convierte en el significado del cuento, de su historia, pues cada insignificante elemento de ese paisaje, de esa naturaleza, llea consigo un enorme significado. Se trata de un cuento caracterizado por su paisaje y por lo que los personajes interpretan con él.




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